miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL CONCEPTO DE LOS CUAQUEROS Y LOS DARVISTAS

CAPITULO 55: EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

TEORÍAS DIFERENTES RESPECTO AL GOBIERNO DE LA IGLESIA.

EL CONCEPTO DE LOS CUAQUEROS Y LOS DARVISTAS

Para los cuáqueros y para los darvistas es asunto de principio rechazar todo gobierno eclesiástico. Según ellos, toda forma externa de la iglesia, por necesidad degenera y conduce a resultados contrarios al espíritu del cristianismo.

El gobierno eclesiástico exalta el elemento humano a costa del divino. Descuida los carismas dados por Dios y los sustituye por oficios instituidos por el hombre, y en consecuencia ofrece a la iglesia la cáscara del conocimiento humano más bien que las comunicaciones vitales del Espíritu Santo.

Por eso consideran que el gobierno eclesiástico para la iglesia visible es no sólo innecesario sino decididamente pecaminoso.

De esta manera los oficios caen de paso, y en la adoración pública cada uno sigue, nada más, los impulsos del Espíritu.

La tendencia que se hace aparente en estas sectas, y que da clara evidencia de la levadura del misticismo, debe ser considerada como una reacción en contra de la organización jerárquica y del formalismo de la iglesia establecida de Inglaterra.

En los Estados Unidos de América algunos de los cuáqueros tienen ministros regularmente ordenados y conducen su culto de manera muy parecida a la de las otras iglesias.

Teología Sistemática.
Luis Berkhof

La bondad del Señor

¡Cuanto tiempo en mi cama! No es que no pueda dormir, me despierto a menudo y mucho! pero solo para mantener la dulce comunión con mi Dios.

¿Qué voy a hacer para Él por todas Sus revelaciones y regalos para mí?

Si no hubiera evidencia histórica de la verdad del cristianismo, no hubiera milagros, aún así debemos creer que la religión propagada por los pescadores de Galilea es divina.

La alegría santa que me trae debe ser desde el cielo.

No escribo esto con jactancia, hermano. No, es con lágrimas de gratitud humilde que yo hablo de la bondad del Señor.


- Extracto de una carta privada de Bapa Padmanji, uno de los conversos nativos en la India.

http://5ptsalt.com/2010/09/28/the-goodness-of-the-lord/

lunes, 27 de septiembre de 2010

Gracias a Dios por las denominaciones. C Spurgeon

No dice "Yo apacentaré mis ovejas una por una" sino "Yo apacentaré mis ovejas."
El Señor tiene un solo rebaño en este mundo, Él tiene una sola Iglesia.
"Bueno", dice uno, "vemos a 20 denominaciones." Gracias a Dios por ello! Yo no soy de aquellos que lamentan el hecho de que los Hermanos se establezcan en la defensa de las diferentes partes de la Verdad de Dios.
¿Se puede dudar de que cuando Cristo oró para que su pueblo sea uno, fue oido? Es casi una blasfemia pensar que su petición fue negada! Muy bien, entonces, ellos son uno. Si la intercesión de Cristo prevaleció, a continuación, hoy la Iglesia es una!
No creo ni por un momento que la unidad que Cristo quería sea una unidad de opinión, o una unidad de la forma de adoración o una unidad de la asociación, o que se congreguen juntos en el mismo edificio!

Hermanos y hermanas, todos los creyentes son real y verdaderamente uno! Cuando sus almas están resplandecientes con el Amor Divino, y sus corazones hablan de la plenitud de su emoción, la unidad de la grey se vuelve perceptible!
Las divisiones en la Iglesia de Dios son como pequeñas grietas en la superficie de la tierra, la roca no está agrietada. Las divisiones que tenemos en las iglesias son las heridas de la piel pero el cuerpo no está dividido. "No será quebrado hueso suyo".
El gran cuerpo de Cristo sigue siendo un indisoluble! Y aquí esta noche, seamos independientes, o bautistas, presbiterianas, episcopales, metodistas; si somos uno con Cristo, debemos ser uno con los otros!

Después de todo, la Iglesia Católica tiene razón en la expresión, mientras que está equivocada en el sentido que le atribuye, cuando dice que no hay salvación fuera de los límites de la Iglesia. Cuando se refiere a la política mundana, entonces es una mentira, pero la verdad es sobria, en las afueras de la única Iglesia de Cristo indivisible, no puede haber salvación!

Pero, gracias sean dadas a Cristo, a toda alma que conoce la voz de Dios, el Buen Pastor, y sigue a su entera disposición, pertenecen a la unica manada, que pronto se reunierá en el rebaño.

-Adaptado de la colección de CH Spurgeon, Versión 1.0, Edad Software.-Sermón # 3528, vol. 62-UNA PROMESA Y PROVIDENCE-Read/download un sermón entero, de forma gratuita, en spurgeongems.org.

http://5ptsalt.com/2010/09/25/thank-god-for-denominations/

jueves, 23 de septiembre de 2010

El árbol del conocimiento

La naturaleza y significado del árbol del conocimiento del bien y del mal no están tan claros. Por árbol de conocimiento es desde luego bien probable que debamos entender un árbol cuyo fruto impartiría conocimiento. Esto se puede inferir:

(1) Por analogía. Así como el árbol de vida sustentaba o impartía vida, así el árbol del conocimiento había sido puesto para comunicar conocimiento.
(2) En base de la sugerencia del tentador, que aseguró a la mujer que comer del fruto del árbol le abriria los ojos.
(3) Ella comprendió la designación, porque consideraba el árbol como deseable para alcanzar la sabiduria.
(4) El efecto de comer del fruto prohibido fue que los ojos de los transgresores fueron abiertos.
Y (5), en el versículo vigésimo segundo leemos que Dios dijo del hombre caído: «He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal». A no ser que esto se entienda irónicamente, lo que en este contexto parece totalmente antinatural, tiene que significar que Adán había, por la comida del fruto prohibido alcanzado un conocimiento en algunos respectos análogo al conocimiento de Dios, aunque diferente en su naturaleza y efectos.

Por ello, esto parece claro en base de la narración entera, que el árbol del conocimiento era un árbol cuyo fruto impartía conocimiento. Puede ser, desde luego, que no fuera por ninguna virtud inherente al árbol mismo, sino por haber sido constituido así por Dios.

No es necesario suponer que el fruto prohibido tuviera el poder de corromper ni la naturaleza corpórea ni la moral del hombre, produciendo así el conocimiento experimental del bien y del mal. Todo lo que se demanda en el texto es que el conocimiento siguiera al comer del fruto.

Las palabras «bien y mal» en este contexto admiten tres interpretaciones. En primer lugar, en la Escritura se expresa la ignorancia de la infancia diciendo que el niño no puede distinguir su mano derecha de la izquierda; a veces, diciendo que no puede discernir entre el mal y el bien. Así, en Dt 1:39 se dice: «Vuestros niños ... que no saben hoy lo bueno y lo malo», y en Is 7: 16, «Antes que el niño sepa desechar lo mala y escoger lo bueno». Por otra parte, la madurez, sea en conocimiento intelectual o espiritual, se expresa diciendo que uno tiene poder para
distinguir entre el bien y el mal. Así, el creyente perfecto o maduro tiene «los sentidos ejercitados en el discemimiento del bien y del mal» (He 5:14).

Concordando con la analogía de estos pasajes, el árbol del conocimiento del bien y del mal es sencillamente el árbol del conocimiento. La primera expresión es plenamente equivalente a la otra. Esta interpretación quita muchas dificultades al pasaje. Es sustentada también por el lenguaje de Eva, que dijo que era un árbol deseable para alcanzar la sabiduría.

Antes de pecar, Adán tenía la ignorancia de la dicha y de la inocencia. Los dichosos no saben lo que es el dolor, y los inocentes no saben qué es el pecado. Cuando comió del árbol prohibido, alcanzó un conocimiento que jamás había tenido antes. Pero, en segundo lugar, las palabras «bien y mal» se pueden tomar en un sentido moral….. Se supone que en lugar de someterse a la autoridad o ley de Dios como la norma de su conducta, Adán aspiraba a conocer por sí mismo lo que era bueno y malo. Lo que buscaba era la emancipación de las ataduras de la autoridad.
Sin embargo, a esto se puede objetar que no era éste el conocimiento que alcanzó al comer del fruto prohibido. Se le dijo que se le abrirían los ojos, que conocería el bien y el mal; y sus ojos fueron abiertos; alcanzó el conocimiento deseado. Pero este conocimiento no era la capacidad de decidir por sí mismo entre el bien y el mal. Tuvo menos de este conocimiento después que antes de su caída. En tercer lugar, «bien y mal» se pueden tomar en un sentido físico, denotando felicidad y miseria. Comer del árbol prohibido iba a determinar la cuestión de la dicha o miseria de Adán. Condujo a un conocimiento experimental de la diferencia.

Dios conocía la naturaleza y los efectos del mal en base de su omnisciencia. Adán sólo podía conocerlos por experiencia, y este conocimiento lo logró cuando pecó. Sea cual sea la interpretación particular que se adopte, están todas ellas incluidas en la declaración general de que el árbol del conocimiento dio a Adán un conocimiento que no tenía antes: llegó a un conocimiento experimental de la diferencia entre el bien y el mal.

CHARLES HODGE, D.D.
TEOLOGÍA SISTEMATICA

viernes, 17 de septiembre de 2010

INTERPRETACIÓN DE TIPOS

1. Ante todo debe descubrirse claramente el verdadero punto de semejanza entre el tipo y el antitipo y con igual esmero debe evitarse toda analogía rebuscada y recóndita. A veces se necesita ejercitar un discernimiento muy agudo para determinar la conveniente aplicación de esta regla. Debe notarse toda verdadera correspondencia. Ve mos cómo la colocación en alto de la serpiente de metal (Núm. 21:4‑9) es uno de los tipos más notables del A. Testamento y que el Señor mismo lo explicó como una prefiguración de su propia elevación en la cruz (Juan 3:14‑15) . Tres puntos de analogía se descubren claramente:

(1) Como la serpiente fue levantada sobre un palo, así lo fue el Señor sobre una cruz.

(2) Como la serpiente de metal fue construida por mandato divino, a semejanza de las serpientes ardientes, así Cristo fue hecho a semejanza de carne pecadora (Rom. 8:3), maldito en lugar nuestro (Gál. 3:13) .

(3) Como los israelitas que ofendieron a Dios, mordidos y ya moribundos, miraban a la serpiente y recibían vida, así los pecadores, envenenados por la an tigua serpiente, Satanás, y pereciendo ya, dirigen a Cristo crucificado la mirada de fe y viven para siempre.

Otras analogías incidentales envueltas en una u otra de estas tres, pueden admitirse, pero deben usarse con precaución. Por ej., Bengel dice: “Como aquella fué una serpiente sin veneno, levantada contra las venenosas ,así también tenemos al hombre Cristo, hombre sin pecado, contra la antigua Serpiente”. Este pensamiento cabe en nuestra analogía número

(2).Tales analogías incidentales, siempre que se adhieran consecuentemente a los puntos principales, son permisibles, especialmente en el discurso homilético.

Pero el querer hallar en el bronce, metal inferior al oro y la plata, un tipo de la apariencia exterior del Salvador; o el suponer que la serpiente fué fundida en un molde no hecho por manos de hombre, tipificando así la concepción divina de la naturaleza humana de Cristo, o el imaginar que la serpiente sobre el palo formaba algo como una cruz para representar más exactamente la forma en que Cristo había de sufrir, todas esas cosas y cualquiera otra suposición semejante son rebuscadas y engañadoras y deben desecharse.

Hermenéutica por M. S. Terry

Para leer más:

http://cebei.wordpress.com/2008/09/04/14-hermeneutica-interpretacion-de-tipos-1428/

jueves, 16 de septiembre de 2010

La teoría mística sobre la expiación

TEORÍAS SOBRE LA EXPIACIÓN - SOTERIOLOGÍA

§5. La teoría mística.

La quinta teoria acerca de este tema es la mística. Concuerda con la perspectiva moral (bajo la que se podría incluir) en cuanto a que representa que el designio de la obra de Cristo fue producir un efecto subjetivo en el pecador. Produce en cambio en él. Vence el mal de su naturaleza y la restaura a un estado de santidad. Pero los
dos sistemas difieren acerca de las medias con las que se logra este cambio interno.

Según el primero, es por el poder moral operando según las leyes de la mente por la exhibición de la verdad y el ejercicio de la influencia moral. Según el segundo, es por la misteriosa unión de Dios y el hombre, de la naturaleza divina con la humana, esto es, de la divinidad con la humanidad, obrada por la encarnación.

Esta idea general se presenta en varias formas. A veces, los escritores citados en favor de esta postura mística no enseñan nada más que la que siempre ha sido sustentado en la Iglesia, y lo que es claramente enseñado en las Escrituras.
Es cierto que hay una unión moral y espiritual entre Dios y el hombre efectuada por la encarnación del Hijo de Dios y por la morada del Espíritu Santo. Él y Su pueblo son uno. Nuestro Señor ora al Padre, Juan 17:22,23, que aquellos dados a él «sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí». Y el Apóstol Pedro no duda en decir que somos hechos «partícipes de la naturaleza divina». Esta, y nada más que esta, se implica necesariamente en el lenguaje tantas veces citado de Atanasio con referencia a Cristo, autos enëthröpesen, hina hëmeis theopoiëthömen.

Pero además de esta doctrina escrituraria ha prevalecido una concepción mística de la unión de Dios y del hombre a la que se atribuye la redención de nuestra raza, haciendo algunos de sus proponentes que consista de manera exclusiva en esta unión.

Por la que a los Padres respecta, se hizo una clara distinción entre la redención y la reconciliación; entre la obra objetiva de Cristo al librarnos de la maldición de la ley y del poder de Satanás, y la aplicación subjetiva de esta obra. Ambas se atribuyeron a Cristo.

La primera (nuestra redención), fue lograda llevando Él nuestros pecados, siendo hecho Él maldición por nosotros, dándose a Sí mismo en rescate, y siendo Él, por Su obediencia, tomado como sustituto por la obediencia que nosotros habíamos dejado de rendir.

Nuestra reconciliación con Dios, incluyendo la restauración a Su imagen y a Su comunión, fue lograda, no como siempre la ha enseñado la Iglesia, mediante la obra del Espíritu Santo, sino según la teoria mística, mediante la unión de la naturaleza divina con nuestra naturaleza caída, conseguida por la encarnación. En todas las eras de la Iglesia ha habido mentes desinclinadas a reposar en las sencillas declaraciones de la Biblia, y dispuestas a ir en pos de algo más filosófico y profundo...

Charles Hodge, teología sistemática.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Despojándose del Hombre Viejo, y revistiéndose del Nuevo.

Siendo ésta la naturaleza de las descripciones escriturarias acerca de lasantificación, queda con ello determinada su naturaleza. Por cuanto todos los hombres están, desde la caída, en estado de pecado, no sólo pecadores debido a ser culpables de actos específicos de transgresión, sino tamblén por cuanto depravados, su naturaleza pervertida y corrompida, la regeneración es la infusión
de un nuevo principio de vida en esta naturaleza pervertida y corrompida. … Por ello la santificación consiste en dos cosas: Primero, la elimmación progresiva; de los principios del mal que siguen infectando nuestra naturaleza, y destruyendo su poder; y segundo, el crecimiento del principio de la Vida espiritual hasta que controla los pensamientos, sentimientós y actos, y hace al alma conforme a la imagen de Cristo.

Teología sistemática de Charles Hodge

¿Dos Naturalezas en el hombre? SANTIFICACION.

Admitiendo que la santificación es una obra sobrenatural, permanece la cuestión: ¿En qué consiste? ¿Qué naturaleza tiene el efecto producido? La verdad que subyace a todas las descripciones Escriturarias de esto es que la regeneración, la vivificación a la que quedan sujetos los creyentes, mientras que involucra la implantación o comunicación de un nuevo principio o forma de vida, no lleva a cabo la inmediata y total liberación del almá de todo pecado.
Un hombre resucitado de los muertos puede que quede, y ello durante mucho tiempo, en un estado muy débil, enfermo y sufriente. Lo mismo con el alma, por naturaleza muerta en pecado, puede ser resucitada juntamente con Cristo, y no con ello hecha perfecta. El principio de vida puede ser muy débil, puede que haya mucho en el alma incongruente con su naturaleza, y el conflicto entre la vieja y la nueva vida puede ser prolongado y penoso. Y éste no sólo puede ser, sino que de hecho es el caso en toda la experiencia ordinaria del pueblo de Dios.

Aquí hallamos una de las diferencias características y trascendentales entre los sistemas de doctrina y religión Romanista y Protestante. Según el sistema Romanista, nada queda de naturaleza de pecado en el alma tras la regeneración obrada por el bautismo. A partir de esto, la teología de la Iglesia de Roma deduce su doctrina del mérito de las buenas obras, de la perfección, de las obras de supererogación, e, indirectamente, las de la absolución e indulgencias. Pero según las Escrituras, la experiencia universal de los cristianos, y la innegable evidencia de la historia, la
regeneración no elimina todo pecado. La Biblia está llena del registro de los conflictos internos de los más eminentes de los siervos de Dios, con sus caídas, sus retrocesos, sus arrepentimientos, y sus lamentaciones por sus continuos fracasos. Y no sólo esto, sino que la naturaleza del conflicto entre el bien y el mal en el corazón de los renovados es descrito de manera plena, se distinguen y designan los principios en lucha, y se exponen de manera repetida y detallada la necesidad, las dificultades y los peligros de la lucha, así como el método para librarla de manera apropiada. En el capítulo séptimo de la Epístola a los Romanos tenemos una elaborada descripción de este conflicto por parte del Apóstol, en base de su propia experiencia. Y lo mismo ocurre en Gálatas 5:16, 17. «Digo, pues: Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre si, para que no hagáis lo que querríais.» También en Efesios 6: 10-18, en vista del conflicto que el creyente tiene que sostener con los males de su propio corazón y con los poderes de las tinieblas, el Apóstol exhorta a sus hermanos a ser fuertes en el Señor, y en la fuerza de Su poder. ... «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo cumplido todo, estar firmes.» Y la experiencia de los cristianos en todas las épocas y en todas las partes de la Iglesia concuerda con las enseñanzas de la Escritura. Los escritos de ellos están repletos de los relatos de sus luchas contra los restos de pecado en sus propios corazones; con confesiones; con oraciones pidiendo la ayuda divina; y con el anhelo de la final victoria sobre todo mal, que sólo se alcanzará en el cielo.

Las grandes lumbreras de la Iglesia Latina: los Agustines y Bernardos y Fénélones, fueron creyentes humildes, arrepentidos, luchando hasta el final, y junto con Pablo no considerarón haber ya alcanzado la meta, o que eran ya perfectos. Y lo que la Biblia y la experiencia cristiana demuestran, la historia lo deja fuera de toda duda. O bien no existe la regeneración en el mundo, o bien la regeneración no erradica el pecado de aquellos que han sido sujetos a ella.

Teología sistemática de Charles Hodge

LAS ENSEÑANZAS DE LA ESCRITURA CON REFERENCIA A LOS ELEMENTOS ESENCIALES QUE CONSTITUYEN LA NATURALEZA HUMANA

La presentación dominante respecto a la naturaleza del hombre en la Biblia es claramente dicotómica. Por una parte la Biblia nos enseña a considerar la naturaleza del hombre como una unidad, y no como dualidad consistente de dos elementos diferentes, cada uno de los cuales se movería paralelamente al otro; pero sin unirse, verdaderamente, para formar un simple organismo. La idea de un mero paralelismo entre los dos elementos de la naturaleza humana que se encuentra en la filosofía griega y también en las obras de algunos filósofos posteriores, es enteramente extraña a la Biblia. En tanto que el a reconoce la naturaleza compleja del hombre nunca representa dicha naturaleza como que tiene por resultado un doble sujeto en el hombre. Cada acto del hombre se contempla como acto del hombre completo. No es el alma sino el hombre el que peca; no es el cuerpo el que muere, sino muere el hombre; y no es meramente el alma sino el hombre, que es cuerpo y alma, al que
Cristo redime. Esta unidad ya encuentra expresión en el pasaje clásico del Antiguo Testamento el primer pasaje que indica la naturaleza compleja del hombre es decir, Gen 2:7: "Y Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente". Todo este pasaje trata del hombre; "Dios formó al hombre y el hombre fue un ser viviente". Esta obra de Dios no debe interpretarse como un
proceso mecánico como si hubiera formado primeramente un cuerpo de barro y luego le hubiera puesto adentro el alma. Cuando Dios formó el cuerpo, lo hizo de tal manera que
mediante el soplo del espíritu de Dios el hombre fuera un ser viviente Job 33:4; 32:8. La palabra alma en este pasaje no tiene el sentido que generalmente le atribuimos un
significado que fue extraño al Antiguo Testamento sino que denota un ser animado, y es la descripción del hombre como un todo. El misma término hebreo nephesh chayyah (alma
viviente o ser) también se aplica a los animales en Gen 1: 21, 24, 30. De manera que este pasaje, en tanto que indica que hay dos elementos en el hombre, insiste, sin embargo, en la unidad orgánica del hombre y esto se reconoce a través de la Biblia.
Al mismo tiempo también contiene la Biblia evidencias de la composición dual de la naturaleza humana. Sin embargo, debemos tener cuidado de no esperar una distinción
posterior en el Antiguo Testamento, entre el cuerpo como el elemento material, y el alma como el elemento espiritual de la naturaleza humana. Esta distinción entró en uso más tarde
bajo la influencia de la filosofía griega. La antítesis alma y cuerpo en el sentido del Nuevo Testamento no se encuentra en el Antiguo. De hecho, el hebreo no tiene un vocablo para el cuerpo como un organismo. La distinción que hace el Antiguo Testamento de los dos elementos de la naturaleza humana es de una clase diferente. Laidlaw dice en su obra sobre The Bible Doctrine of Man "La antítesis claramente se refiere a lo bajo y alto, terrenal y celestial, animal y divino. No consiste tanto en dos elementos sino en dos factores que se unen en un solo y armonioso resultado, 'el hombre fue un ser viviente' ".
Es perfectamente claro que ésta es la distinción que se hace en Génesis 2: 7. Compárense también Job 27: 3; 32: 8; 33: 4; Ecl. 12: 7. Se usa en el Antiguo Testamento en diversas palabras para denotar el bajo elemento o partes de él en el hombre, tales como "carne", "polvo", "huesos", "entrañas", "riñones", y también la expresión metafísica "casa de barro", Job 4: 19. Y hay también varias palabras para denotar el elemento superior, por ejemplo,
"espíritu", "alma", "corazón", y "mente". Tan pronto como pasamos del Antiguo al Nuevo Testamento nos encontramos con las expresiones antitéticas que nos son más familiares,
por ejemplo, "cuerpo y alma", "carne y espíritu". Las palabras griegas correspondientes fueron forjadas, indudablemente, por el pensamiento filosófico griego, pero pasaron por medio de la Septuaginta al Nuevo Testamento, y por tanto, retuvieron su fuerza del Antiguo Testamento. Al mismo tiempo la idea antitética de lo material y de lo inmaterial quedó conectada con ellas.

Los tricotomistas procuran apoyarse en el hecho de que la Biblia, como ellos la ven, reconoce dos partes constituyentes de la naturaleza humana, además del elemento bajo o material, es decir el alma (en hebreo, nephesh; en griego, psuché) y el espíritu (en hebreo (ruach; en griego, pneuma). Pero el hecho de que estos términos se usan con mucha frecuencia en la Escritura no da derecho a la conclusión de que designan las partes componentes más bien que diferentes aspectos de la naturaleza humana.

Un estudio cuidadoso de la Escritura demuestra claramente que en ella las palabras se usan indistintamente. Ambos términos denotan el elemento más alto o espiritual del hombre; pero lo contemplan desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, de una vez debe señalarse, que la diferencia espiritual entre los dos no concuerda con aquella que es muy común en filosofía, que el alma es el elemento espiritual del hombre en tanto que se
relaciona con el mundo animal, mientras que el espíritu es ese mismo elemento en su relación con el más alto mundo espiritual y Dios. Los siguientes hechos militan en contra
de esta distinción filosófica; ruach-pneuma, lo mismo que nephesh-psuche, se usa respecto a la creación bruta, Ecl. 3: 21; Apoc. 16: 3. La palabra psuché se usa aun con referencia a
Jehová, Isa. 42: 1; Jer. 9: 7; Amós 6: 8 (en el original hebreo); Heb. 10: 38. Los muertos separados del cuerpo se llaman psuchai, Apoc. 6: 9; 20: 4. Los más elevados ejercicios de
religión se atribuyen a la psuché, Marc. 12: 30; Luc. 1: 46; Heb. 6: 18, 19; Sant. 1: 21.
Perder el alma (psuché) es perder todo. Resulta perfectamente evidente que la Biblia usa las dos palabras indistintamente. Nótese el paralelismo en Luc. 1: 46: 47; "Engrandece mi alma
al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador". La fórmula escritural para el hombre es en algunos pasajes "cuerpo y alma", Mat. 6: 25; 10: 28; y en otros, "cuerpo y espíritu", Ecl. 12: 7; I Cor. 5: 3, 5. Algunas veces se describe a la muerte como la entrega del alma, Gen 35: 18; I Reyes 17: 21; Hech. 15: 26; y luego otra vez, como la entrega del espíritu, Sal. 31: 5; Luc 23: 46; Hech. 7: 59. Además tanto "alma" como "espíritu" se usan
para designar el elemento inmaterial de los que murieron, I Ped. 3: 19; Heb. 12: 23; Apoc. 6: 9; 20: 4. La principal diferencia escritural es como sigue: La palabra "espíritu" designa al
elemento espiritual que hay en el hombre como el principio de la vida y de la acción que controla al cuerpo; en tanto que la palabra "alma" denomina al mismo elemento como sujeto que acciona en el hombre, y por tanto con frecuencia se le usa como pronombre personal en el Antiguo Testamento, Sal. 103: 1 y 2; 104: 1; 146: 1; Isa. 42: 1; compárese también Luc. 12: 19. En diversos ejemplos el espíritu designa más específicamente la vida
interna como el asiento de los afectos. Todo esto está en perfecta armonía con Gen 2: 7; "y Jehová Dios... sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente". De manera que debe decirse que el hombre tiene espíritu; pero que es alma. Por lo mismo la Biblia señala a dos, y solamente dos elementos esenciales en la naturaleza del hombre. Es decir cuerpo y espíritu o alma. Esta presentación escritural también está en armonía con la propia conciencia del hombre. En tanto que el hombre es consciente del hecho de que está compuesto de un elemento material y de un elemento espiritual, ninguno tiene
conocimiento cabal de poseer un alma distinta del espíritu.

Sin embargo, hay dos pasajes, que parecen contradecir la acostumbrada representación dicotómica de la Escritura, es decir, I Tes. 5 : 23 ; "y el mismo Dios de paz os santifique por completo y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo", y Heb. 4: 12, "porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos ; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón".

1. Pero debe notarse que es una regla sana en exégesis que las afirmaciones excepcionales se interpreten a la luz de la analogía Scriptura, la presentación acostumbrada en la Escritura. En vista de este hecho algunos defensores de la
tricotomía admiten que estos pasajes no prueban necesariamente su punto.

2. La mera mención de espíritu y alma, uno al lado de la otra no prueba que, de acuerdo con la Escritura, sean dos distintas sustancias, como no prueba Mat. 22: 37 que Jesús considera al corazón, el alma y la mente como tres distintas sustancias.

3. En I Tes. 5: 23; el Apóstol desea simplemente acentuar su afirmación, "y el mismo Dios de paz os santifique por completo", por medio de una frase epexigética, en la cual resume los diferentes aspectos de la existencia del hombre, y en la cual él se
siente perfectamente libre para mencionar alma y espíritu, uno al lado del otro, porque la Biblia no hace diferencia entre los dos. No pudo haber pensado aquí como de dos sustancias diferentes porque en otras partes habla del hombre como
consistente de dos partes, Rom. 8: 10; I Cor. 5: 5; 7: 34; II Cor. 7: 1; Ef. 2: 3; Col. 2:5.

4. Heb. 4: 12 no debería tomarse como que significa que la Palabra de Dios penetra en el hombre interno y hace separación entre su alma y su espíritu porque eso implicaría naturalmente que el alma y el espíritu son dos sustancias diferentes; sino
simplemente como declaraciones de que la Palabra produce una separación entre los pensamientos y las intenciones del corazón.

Luis Berkhof

DICOTOMIA Y TRICOTOMÍA

LOS CONCEPTOS DIFERENTES QUE OCURRIERON EN LA HISTORIA:

Se acostumbra, especialmente en los círculos cristianos, concebir al hombre como compuesto de dos, y solamente dos partes diferentes, es decir, cuerpo y alma y a este concepto se le llama directamente dicotomía. Sin embargo, juntamente con este uso hizo su aparición otro del que resultaba que la naturaleza humana consiste de tres partes, cuerpo y alma, y además espíritu. Se le designó con el término tricotomía.

La concepción tripartita del hombre se originó en la filosofía griega que concibió la relación entre el cuerpo y el espíritu del hombre, respectivamente, según la analogía de la relación mutua entre el universo material y Dios. Se pensó que, precisamente así como estos últimos solamente pueden relacionarse entre sí por medio de una tercera sustancia o por medio de un ser intermedio, así también los primeros entrarían en relaciones vitales mutuas solamente por medio de un tercer elemento inter-medio, es decir, el alma. El alma se consideraba por una parte como inmaterial, y por la otra, adaptada al cuerpo. En tanto que el alma se apropiaba el nous o pneuma se le consideraba como inmortal, pero en tanto que se consideraba relacionada con el cuerpo, se estimaba carnal y mortal. La forma más familiar y más cruda de la tricotomía es la que toma al cuerpo como la parte material de la naturaleza humana, al alma como el principio de la vida animal, y al espíritu como el elemento racional e inmortal que hay en el hombre para relacionarse con Dios. La concepción tricotómica del hombre encontró favorable aceptación entre los Padres de la Iglesia griega o alejandrina de los primeros siglos de la era cristiana. Se encuentra ese concepto, aunque no precisamente en la misma forma, en Clemente de Alejandría, Orígenes y Gregorio de Niza. Pero después de que Apolinar la empleó en forma que chocó con la perfecta humanidad de Jesús se fue desacreditando gradualmente.Algunos de los Padres griegos se apegaron a ella todavía, aunque Atanasio y Teodoreto la repudiaron explícitamente. En la Iglesia Latina los teólogos dirigentes favorecieron claramente la doble división de la naturaleza humana. La psicología de Agustín fue la que, especialmente, dio prominencia a este concepto. Durante la Edad Media se convirtió en asunto de creencia común.

La Reforma no trajo cambio en este respecto, aunque unas cuantas lumbreras defendieron la teoría tricotómica. La Iglesia católico romana se apegó al veredicto del escolasticismo; pero en los círculos protestantes se escucharon otras voces. Durante el Siglo XIX revivió la tricotomía en una forma u otra debido a ciertos teólogos alemanes e ingleses, como Roos, Olshausen, Beck, Delitzsch, Auberlen, Oehler, White y Heard; pero no encontró gran aceptación en el mundo teológico.

Los recientes abogados de esta teoría no concuerdan en cuanto a la naturaleza de la psuché, ni en cuanto a la relación que el alma guarda con los otros elementos de la naturaleza humana. Delitzsch, la concibe como un efluvio del pneuma, en tanto que Beck, Oehler, y Heard, la consideran como el punto de unión entre el cuerpo y el espíritu. Delitzsch no es completamente consistente, y a veces parece titubear, y Beck y Oehler admiten que la representación bíblica del hombre es fundamentalmente dicotómica. La defensa que hicieren de la tricotomía bíblica difícilmente puede decirse que implica la existencia de tres elementos distintos en el hombre. Además de estos dos conceptos teológicos encontramos también, especialmente en el último siglo y medio, los conceptos filosóficos de materialismo absoluto y de idealismo absoluto, el primero que sacrifica el alma al cuerpo, y el último que sacrifica el cuerpo al alma.

Extracto de Teologia Sistemática de Luis Berkhof .