La presentación dominante respecto a la naturaleza del hombre en la Biblia es claramente dicotómica. Por una parte la Biblia nos enseña a considerar la naturaleza del hombre como una unidad, y no como dualidad consistente de dos elementos diferentes, cada uno de los cuales se movería paralelamente al otro; pero sin unirse, verdaderamente, para formar un simple organismo. La idea de un mero paralelismo entre los dos elementos de la naturaleza humana que se encuentra en la filosofía griega y también en las obras de algunos filósofos posteriores, es enteramente extraña a la Biblia. En tanto que el a reconoce la naturaleza compleja del hombre nunca representa dicha naturaleza como que tiene por resultado un doble sujeto en el hombre. Cada acto del hombre se contempla como acto del hombre completo. No es el alma sino el hombre el que peca; no es el cuerpo el que muere, sino muere el hombre; y no es meramente el alma sino el hombre, que es cuerpo y alma, al que
Cristo redime. Esta unidad ya encuentra expresión en el pasaje clásico del Antiguo Testamento el primer pasaje que indica la naturaleza compleja del hombre es decir, Gen 2:7: "Y Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente". Todo este pasaje trata del hombre; "Dios formó al hombre y el hombre fue un ser viviente". Esta obra de Dios no debe interpretarse como un
proceso mecánico como si hubiera formado primeramente un cuerpo de barro y luego le hubiera puesto adentro el alma. Cuando Dios formó el cuerpo, lo hizo de tal manera que
mediante el soplo del espíritu de Dios el hombre fuera un ser viviente Job 33:4; 32:8. La palabra alma en este pasaje no tiene el sentido que generalmente le atribuimos un
significado que fue extraño al Antiguo Testamento sino que denota un ser animado, y es la descripción del hombre como un todo. El misma término hebreo nephesh chayyah (alma
viviente o ser) también se aplica a los animales en Gen 1: 21, 24, 30. De manera que este pasaje, en tanto que indica que hay dos elementos en el hombre, insiste, sin embargo, en la unidad orgánica del hombre y esto se reconoce a través de la Biblia.
Al mismo tiempo también contiene la Biblia evidencias de la composición dual de la naturaleza humana. Sin embargo, debemos tener cuidado de no esperar una distinción
posterior en el Antiguo Testamento, entre el cuerpo como el elemento material, y el alma como el elemento espiritual de la naturaleza humana. Esta distinción entró en uso más tarde
bajo la influencia de la filosofía griega. La antítesis alma y cuerpo en el sentido del Nuevo Testamento no se encuentra en el Antiguo. De hecho, el hebreo no tiene un vocablo para el cuerpo como un organismo. La distinción que hace el Antiguo Testamento de los dos elementos de la naturaleza humana es de una clase diferente. Laidlaw dice en su obra sobre The Bible Doctrine of Man "La antítesis claramente se refiere a lo bajo y alto, terrenal y celestial, animal y divino. No consiste tanto en dos elementos sino en dos factores que se unen en un solo y armonioso resultado, 'el hombre fue un ser viviente' ".
Es perfectamente claro que ésta es la distinción que se hace en Génesis 2: 7. Compárense también Job 27: 3; 32: 8; 33: 4; Ecl. 12: 7. Se usa en el Antiguo Testamento en diversas palabras para denotar el bajo elemento o partes de él en el hombre, tales como "carne", "polvo", "huesos", "entrañas", "riñones", y también la expresión metafísica "casa de barro", Job 4: 19. Y hay también varias palabras para denotar el elemento superior, por ejemplo,
"espíritu", "alma", "corazón", y "mente". Tan pronto como pasamos del Antiguo al Nuevo Testamento nos encontramos con las expresiones antitéticas que nos son más familiares,
por ejemplo, "cuerpo y alma", "carne y espíritu". Las palabras griegas correspondientes fueron forjadas, indudablemente, por el pensamiento filosófico griego, pero pasaron por medio de la Septuaginta al Nuevo Testamento, y por tanto, retuvieron su fuerza del Antiguo Testamento. Al mismo tiempo la idea antitética de lo material y de lo inmaterial quedó conectada con ellas.
Los tricotomistas procuran apoyarse en el hecho de que la Biblia, como ellos la ven, reconoce dos partes constituyentes de la naturaleza humana, además del elemento bajo o material, es decir el alma (en hebreo, nephesh; en griego, psuché) y el espíritu (en hebreo (ruach; en griego, pneuma). Pero el hecho de que estos términos se usan con mucha frecuencia en la Escritura no da derecho a la conclusión de que designan las partes componentes más bien que diferentes aspectos de la naturaleza humana.
Un estudio cuidadoso de la Escritura demuestra claramente que en ella las palabras se usan indistintamente. Ambos términos denotan el elemento más alto o espiritual del hombre; pero lo contemplan desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, de una vez debe señalarse, que la diferencia espiritual entre los dos no concuerda con aquella que es muy común en filosofía, que el alma es el elemento espiritual del hombre en tanto que se
relaciona con el mundo animal, mientras que el espíritu es ese mismo elemento en su relación con el más alto mundo espiritual y Dios. Los siguientes hechos militan en contra
de esta distinción filosófica; ruach-pneuma, lo mismo que nephesh-psuche, se usa respecto a la creación bruta, Ecl. 3: 21; Apoc. 16: 3. La palabra psuché se usa aun con referencia a
Jehová, Isa. 42: 1; Jer. 9: 7; Amós 6: 8 (en el original hebreo); Heb. 10: 38. Los muertos separados del cuerpo se llaman psuchai, Apoc. 6: 9; 20: 4. Los más elevados ejercicios de
religión se atribuyen a la psuché, Marc. 12: 30; Luc. 1: 46; Heb. 6: 18, 19; Sant. 1: 21.
Perder el alma (psuché) es perder todo. Resulta perfectamente evidente que la Biblia usa las dos palabras indistintamente. Nótese el paralelismo en Luc. 1: 46: 47; "Engrandece mi alma
al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador". La fórmula escritural para el hombre es en algunos pasajes "cuerpo y alma", Mat. 6: 25; 10: 28; y en otros, "cuerpo y espíritu", Ecl. 12: 7; I Cor. 5: 3, 5. Algunas veces se describe a la muerte como la entrega del alma, Gen 35: 18; I Reyes 17: 21; Hech. 15: 26; y luego otra vez, como la entrega del espíritu, Sal. 31: 5; Luc 23: 46; Hech. 7: 59. Además tanto "alma" como "espíritu" se usan
para designar el elemento inmaterial de los que murieron, I Ped. 3: 19; Heb. 12: 23; Apoc. 6: 9; 20: 4. La principal diferencia escritural es como sigue: La palabra "espíritu" designa al
elemento espiritual que hay en el hombre como el principio de la vida y de la acción que controla al cuerpo; en tanto que la palabra "alma" denomina al mismo elemento como sujeto que acciona en el hombre, y por tanto con frecuencia se le usa como pronombre personal en el Antiguo Testamento, Sal. 103: 1 y 2; 104: 1; 146: 1; Isa. 42: 1; compárese también Luc. 12: 19. En diversos ejemplos el espíritu designa más específicamente la vida
interna como el asiento de los afectos. Todo esto está en perfecta armonía con Gen 2: 7; "y Jehová Dios... sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente". De manera que debe decirse que el hombre tiene espíritu; pero que es alma. Por lo mismo la Biblia señala a dos, y solamente dos elementos esenciales en la naturaleza del hombre. Es decir cuerpo y espíritu o alma. Esta presentación escritural también está en armonía con la propia conciencia del hombre. En tanto que el hombre es consciente del hecho de que está compuesto de un elemento material y de un elemento espiritual, ninguno tiene
conocimiento cabal de poseer un alma distinta del espíritu.
Sin embargo, hay dos pasajes, que parecen contradecir la acostumbrada representación dicotómica de la Escritura, es decir, I Tes. 5 : 23 ; "y el mismo Dios de paz os santifique por completo y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo", y Heb. 4: 12, "porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos ; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón".
1. Pero debe notarse que es una regla sana en exégesis que las afirmaciones excepcionales se interpreten a la luz de la analogía Scriptura, la presentación acostumbrada en la Escritura. En vista de este hecho algunos defensores de la
tricotomía admiten que estos pasajes no prueban necesariamente su punto.
2. La mera mención de espíritu y alma, uno al lado de la otra no prueba que, de acuerdo con la Escritura, sean dos distintas sustancias, como no prueba Mat. 22: 37 que Jesús considera al corazón, el alma y la mente como tres distintas sustancias.
3. En I Tes. 5: 23; el Apóstol desea simplemente acentuar su afirmación, "y el mismo Dios de paz os santifique por completo", por medio de una frase epexigética, en la cual resume los diferentes aspectos de la existencia del hombre, y en la cual él se
siente perfectamente libre para mencionar alma y espíritu, uno al lado del otro, porque la Biblia no hace diferencia entre los dos. No pudo haber pensado aquí como de dos sustancias diferentes porque en otras partes habla del hombre como
consistente de dos partes, Rom. 8: 10; I Cor. 5: 5; 7: 34; II Cor. 7: 1; Ef. 2: 3; Col. 2:5.
4. Heb. 4: 12 no debería tomarse como que significa que la Palabra de Dios penetra en el hombre interno y hace separación entre su alma y su espíritu porque eso implicaría naturalmente que el alma y el espíritu son dos sustancias diferentes; sino
simplemente como declaraciones de que la Palabra produce una separación entre los pensamientos y las intenciones del corazón.
Luis Berkhof