lunes, 15 de febrero de 2010

COMER DEL ARBOL DE LA VIDA



En Génesis 1 se ve el propósito de Dios, Su intención, pero no se encuentra la manera de cumplir Su propósito, la manera de lograr lo que Dios quiere. La manera no se halla en Génesis 1 sino en Génesis 2. ¿Cuál es la manera? La manera es el árbol de la vida (Gn. 2:9). Después de revelarse las palabras “imagen” y “dominio” (autoridad), tenemos la palabra “vida” en Génesis 2. ¿Cómo podríamos nosotros los seres humanos creados expresar a Dios si no tuviéramos la vida de Dios? Se puede tomar mi foto, pero esa foto sólo tiene cierta imagen pero no tiene vida. Si Dios es vida dentro de usted y si vive en usted, le es posible a usted vivir a Dios, expresar a Dios de modo completo. La manera de cumplir el propósito de Dios se ve en el árbol de la vida. Aun la autoridad para representar a Dios también depende del árbol de la vida. Si usted no tiene el árbol de la vida, o sea, si Dios no vive en usted como vida, ¿cómo podría usted ejercer Su autoridad? En cuanto a los dos aspectos del propósito de Dios, Su expresión y Su representación, necesitamos que Dios sea nuestra vida. Necesitamos que Dios viva dentro de nosotros para que seamos Su propia expresión y representación.
En toda la historia del mundo, han existido muchas religiones y muchos conceptos naturales. Casi todas las religiones creen que Dios es el Creador y que nosotros somos las criaturas. Como Creador, Dios es muy grande, muy elevado y está muy lejos de nosotros, y nosotros somos muy pequeños y bajos. Tenemos que humillarnos y aun postrarnos para adorar a este Dios Creador. Yo no diría que esto es incorrecto, pero le pediría a usted que considere lo que Dios pidió al hombre después de crearlo. Dios, después de crear al hombre, no dijo: “Adán, debes comprender que eres una criatura pequeña, y Yo soy tu gran Creador. Siempre estoy en el trono, y tú siempre tienes que postrarte para adorarme”. No encontramos semejante relato en Génesis.

Génesis nos dice que Dios, después de crear al hombre, le puso en frente del árbol de la vida. Dios no le dio una lista de mandamientos. Esa fue la obra de Moisés después de la caída, y no la obra de Dios según Su intención eterna. La ley se halla en Exodo 20, y no en Génesis 2. En Génesis 2 vemos por primera vez la manera en que Dios se relaciona con el hombre que creó. En cuanto a la Biblia, hay un principio básico de la primera mención. Con la primera mención, se establece un principio al respecto. La primera mención de la manera en que Dios se relaciona con el hombre ocurre cuando Dios puso a Adán delante del árbol de la vida y le mandó que fuese cuidadoso acerca de lo que comiera (Gn. 2:16-17). La intención de Dios con respecto al hombre no tiene que ver con el hacer, sino con el comer. Si el hombre come bien y de manera apropiada, entonces estará bien.

El árbol de la vida es Dios en Cristo como el Espíritu; así es vida para nosotros. Es el Dios Triuno: el Padre en el Hijo, y el Hijo como el Espíritu. Antes de recibir al Señor, nosotros tal vez no pensábamos en Dios. Pero cuando fuimos salvos o avivados, es posible que inmediatamente tomáramos la decisión de servir al Señor, de hacer todo lo posible para cumplir buenas obras a fin de agradarle, y de “asistir a la iglesia” para adorarle. Estos pensamientos, que concuerdan con nuestros conceptos naturales, son erróneos. Dios no quiere que le sirvamos, que hagamos lo bueno para agradarle, ni que le adoremos de forma religiosa y ritualista. Dios desea que le comamos. Nosotros tenemos que comerle. La primera vez que vemos cómo Dios se relaciona con el hombre no vemos el hacer sino el comer.

Dios se presentó al hombre en forma de alimento. Esto se ve claramente en el Evangelio de Juan. Juan nos dice que en el principio era el Verbo, el Verbo era Dios, y en El estaba la vida (1:1, 4). Un día El hizo un milagro alimentando a cinco mil personas con cinco panes de cebada y dos peces (6:9-13). Luego querían hacerle rey. Pero El no lo aceptó (6:15). Más tarde El les dijo que vino no como rey para regir sobre otros, sino como el pan de vida para que le comieran (6:35, 57). El vino para que le comiéramos. El Señor no quiere que consideremos cómo servirle, cómo adorarle, o cómo glorificarle, sino que le consideremos como nuestro alimento. El se nos presentó como vida en forma de alimento. Debemos recibirle alimentándonos de El y comiéndole. “El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (Jn. 6:57b).

Debemos creer en el Señor Jesús porque le necesitamos como vida (Jn. 3:16, 36). Creer en El es recibirle como vida (Jn. 1:12-13). El no sólo es nuestro Salvador objetivo, sino también nuestra vida subjetiva. Necesitamos esta vida. Después de que le recibimos, lo que necesitamos no tiene nada que ver con obrar, servir o adorar, sino con comer. ¿Cómo comemos, qué comemos y cuánto comemos? Inmediatamente después de que Dios creó al hombre, le puso delante del árbol de la vida para que comiera de él. Esto significa que Dios se presentó al hombre como vida en forma de alimento. Dios no tenía la intención de pedirle al hombre que hiciera cosas para El. Dios sólo quiere que el hombre le reciba a El como alimento, que el hombre se alimente de Dios.

CAMBIAR NUESTRO CONCEPTO DE HACER A COMER

Espero que el Señor cambie el concepto de usted de hacer a comer. Sería maravilloso si usted llegara a ser no sólo un cristiano que obrara sino uno que comiera. En el cristianismo de hoy el énfasis siempre se pone en hacer y obrar. El cristianismo se ha degradado hasta ser una religión, una religión de obras y labores. Pero la primera intención de Dios no es que el hombre labore, sino que le disfrute como banquete y le coma, que el hombre disfrute a Dios mismo. Juan 4:24 nos dice que tenemos que adorar a Dios, pero debemos preguntar lo que significa la palabra “adorar”. Según todo el contexto de Juan 4, el Señor quiere decir que el beber de El como el agua viviente en el versículo 14 equivale a adorarle en el versículo 24. Cuando bebemos de El como el agua viviente, esto quiere decir que le adoramos. Cuanto más bebamos de El, más seremos llenos de El y más le adoraremos. La mejor manera de adorar al Señor es beber de El, alimentarnos de El, disfrutarle y recibirle.

Puede ser fácil decir que no debemos ser cristianos que obren, sino cristianos que coman. Es posible que usted lo diga, pero puede ser que las oraciones que usted haga al Señor no hayan cambiado. Tal vez siga orando: “Señor, ayúdame hoy a hacer lo correcto. Señor, Tú conoces mi debilidad. Sabes cuán fácilmente pierdo la paciencia”. Esta oración demuestra que usted todavía tiene el concepto del hacer. Si estuviera dispuesto a ser liberado del hacer, eso sería un “verdadero milagro”. Necesita la visión. Una vez que el Señor lo ilumine, usted dirá: “Señor, no quiero tener nada que ver con el hacer, así que no voy a pedir que me ayudes a hacer nada. Pero ayúdame a alimentarme de Ti, a comerte”. He estado aprendiendo esta lección por más de cincuenta años. A veces lo hacía como antes. Cuando empezaba a pedir al Señor que me ayudara, inmediatamente tenía que detenerme y decir al Señor: “Oh Señor, me abro a Ti. Tú eres mi disfrute”.

Podemos comprender que debemos olvidarnos del hacer, pero no es fácil olvidarnos de ello. El hacer corre en nuestras venas. Es muy difícil deshacernos de ello. Debemos ver que justamente después de que el Señor creó al hombre, le puso ante El y se le presentó a Sí mismo como árbol de la vida en forma de alimento. Todos debemos aprender a alimentarnos del Señor, a comerle. Todos tenemos que entender primero que el Señor no tiene intención de que hagamos algo para El. Su intención es presentarse a nosotros como alimento día tras día. En el Evangelio de Juan, el Señor se ve primero como la vida (1:4), como el pan de vida (6:35), como el agua de vida (4:14), y como el aliento de vida, el aire (20:22). El es vida, alimento, bebida y aire, y no para que usted sea un cristiano que obra, sino uno que le disfruta. Usted debe disfrutar al Señor como vida, como alimento, como agua y como aire. Debe respirarle, beberle y alimentarse de El para poder vivir por El y en El.

Por Witess Lee
Transcrito por Adriana Calles

2 comentarios:

  1. Profundo y significativo estudio.
    Mis más sinceras felicitaciones! y que la alegría de los elementos encarnados en tu ser sigan creciendo para alimentarnos siempre de Dios Todopoderoso y la palabra de nuestro amadismo Señor Jesús.

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